Un hombre trabaja como gerente en una fábrica de chocolate.
Allí gana lo suficiente para mantenerse y satisfacer todas las necesidades de su pequeña hija, a veces incluso dándole pequeños lujos. Además, solo tenía novia. No tenía a nadie en el mundo.

Este señor, que era gerente y ganaba muy bien, luego vendía bolígrafos en la calle con una hijita en brazos. Además, no tenían techo sobre sus cabezas, ni camas cómodas para dormir, ni comida, ni oportunidad de asearse. Pero, así como la vida nos lo quita todo inesperadamente, también nos recompensa con grandes sorpresas por todo nuestro dolor y remordimiento.

Una vez, cuando un hombre vendía bolígrafos en la calle, el activista noruego Gissur Simonarson quedó impactado por una escena así. Porque el hombre parecía angustiado y abandonado. Y sus ojos reflejaban tristeza y gran desesperación en sus brazos. La cargó con gran cariño y la protegió de todos los peligros.
Gissur no dudó en tomar fotografías y compartirlas en sus redes sociales.

Así fue como la gente compartió sus fotos y se viralizó, dando a conocer al mundo entero la situación por la que atravesábamos.
Las vidas de los refugiados están cambiando más dramáticamente de lo que podemos imaginar, pero muchos de nosotros preferimos cerrar los ojos ante la situación en lugar de abrir nuestros corazones y ofrecer cualquier ayuda que podamos. “Vendedor anónimo” fue el nombre que se le dio a la foto y, por supuesto, generó muchas reacciones y comentarios.